Ambliopía

La ambliopía, también conocida como ojo perezoso o vago, es la incapacidad de uno o ambos ojos de percibir detalles debida a una alteración en la maduración neurológica normal.

Al momento de nacer, tanto la retina, que es la parte del ojo que percibe las imágenes, como la corteza occipital, el sitio en donde se procesan en el cerebro, presentan una desorganización de los circuitos neurales y un exceso de células nerviosas. Mediando un estímulo adecuado, que es la percepción de imágenes nítidas, las conexiones nerviosas logran organizarse, y las células innecesarias desaparecen. Si este proceso no se da dentro de cierto período, luego no puede tener lugar. Este fenómeno es muy intenso en los dos primeros meses de vida, durante el período denominado etapa crítica, pero continua durante casi toda la primera década, al final de la cual se alcanza la madurez visual. Si un ojo no puede percibir imágenes durante la etapa crítica, luego no podrá interpretarlas aunque se solucione el problema que ocasionaba ceguera. Si, en cambio, el ojo percibe algo durante ese lapso, la ambliopía puede ser corregida antes de alcanzar la madurez visual. Esta madurez cada individuo la alcanza en momentos diferentes, generalmente antes de finalizar la primera década, como habíamos señalado.

La ambliopía, que está presente en casi el 4% de la población, puede estar causada por 3 mecanismos que a veces coexisten: el desenfoque de uno o ambos ojos, ya sea debido a miopía o hipermetropía, asociado o no a astigmatismo; una desviación ocular, sobre todo la del tipo convergente, en donde un ojo no recibe la misma imagen que el otro, o bien una obstrucción del trayecto de los rayos luminosos en el ojo, llamada ambliopía ex anopsia o por deprivación, como puede suceder, por ejemplo, en la ptosis palpebral (párpados caídos), en las cataratas congénitas, en opacidades en la córnea o de otras estructuras habitualmente transparentes del ojo.

ambliopia

En cuanto el tratamiento, este consiste en dos pilares: la corrección de la causa de la ambliopía y la estimulación visual.

Si la causa es refractiva o por deprivación, primero se debe corregir el problema que ocasiona la ambliopía. Si se detecta un desenfoque, se debe corregir con el uso de anteojos o lentes de contacto. Si se diagnostica una “interferencia” a la visión, se solucionará levantado un párpado o quitando las cataratas, por ejemplo. En muchas ocasiones con estas medidas alcanza para normalizar la agudeza visual: el ojo empieza a percibir una imagen clara y paulatinamente normaliza su visión. Si esto no ocurriese, en una segunda instancia se debe forzar la estimulación del ojo perezoso con otros recursos.

En caso de que la ambliopía se deba a una desviación ocular, el orden se invierte: se prefiere fortalecer primero la visión del ojo vago, que es el ojo que se encuentra desviado permanentemente, hasta alcanzar la alternancia. Es recién entonces, cuando el paciente ve igual con ambos ojos y puede fijar la vista con uno u otro ojo en forma indistinta, que se aborda la corrección del estrabismo.

Para estimular la visión del ojo perezoso contamos con una herramienta poderosa: la oclusión o parche del ojo “bueno”. Haciendo esto forzamos al sistema nervioso a procesar el estímulo del ojo afectado, realizando los cambios neurológicos necesarios. En algunos casos se puede reemplazar el parche por métodos que nublan la visión del ojo bueno. A esta alternativa se la conoce como penalización y se realiza con la colocación de gotas que dilatan la pupila y paralizan el enfoque, o recetando lentes que empeoran la visión del ojo a penalizar, o sea, el bueno.

Una vez bloqueada la visión del ojo bueno, se puede complementar el tratamiento indicando realizar actividades que demanden un esfuerzo del ojo perezoso, como puede ser enhebrar collares, o recortar palabras de un periódico. Existen además dispositivos que estimulan la visión con líneas paralelas rotatorias, programas de computación con imágenes cambiantes de alto contraste, lentes rojos que estimulan células específicas de la retina, pero la efectividad de estos recursos está en discusión.

Como conclusión, y sabiendo que la ambliopía es tratable si se detecta a tiempo, es necesario remarcar la importancia de realizar los controles oftalmológicos del recién nacido, a los 6 meses, a los 3 años y al ingreso escolar, y ante toda situación de sospecha de alteración visual en el niño.

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